En sesión de entrenamiento hacia el desarrollo de un Consejo Familiar, nos percatamos de lo difícil que es entender esa línea delgada que divide la dirección del negocio y los asuntos familiares.
Dentro de los asuntos familiares me refiero en especial a las relaciones existentes entre los integrantes de la familia (justo los que dirigen el negocio), estas relaciones pueden llegar a ser poco profesionales, debido a que, por el hecho de ser familia, las exigencias no son las mismas, en la mayoría de los casos se antepone la “sangre”: ¿cómo le voy a exigir así a mi hermano(a)?, no le puedo decir que su trabajo no es satisfactorio porque es mi hermana y se ofende, prefiero estar bien con ella aunque tengamos un problema que resolver en la empresa (por culpa de ella), etc., el dicho dice, “abuelos ricos, hijos millonarios, nietos miserables”; la respuesta a la pregunta inicial es: si nuestro verdadero interés como familia es continuar con el negocio de nuestros padres y/o abuelos, entonces el objetivo deberá ser, preservar y acrecentar ese patrimonio, separar el negocio de la familia es el primer paso para lograr ese objetivo; entiéndase como patrimonio lo siguiente: a) Capital económico y financiero [Dinero, rendimientos, propiedades, terrenos, bodegas, naves industriales, negocios, activos de valor], b) Capital humano y social [Bienestar físico y emocional de los miembros, tradiciones, reputación, valores, maneras de actuar, normas] y c) Capital Intelectual [Conocimiento, educación, experiencias y comportamientos inculcados en el seno familiar], si el interés no es continuar con el negocio familiar entonces que se venda.