Se acerca el momento de la ¡convención!, la playa, el viaje, los concursos, etc., frecuentemente en esa convención, damos a conocer la estrategia, los objetivos y sus métricas, lo que nuestras posiciones clave deben conseguir, y estamos muy emocionados con el plan y la estrategia y hacemos una gran presentación con luz y sonido, se contratan dinámicas de Team Building, integración de equipos, conferencias motivadoras y emotivas, hasta la contratación de un DJ y un líder espiritual, para que la gente se entusiasme y diga que sí a ese plan… y sí, efectivamente, la gente sale como si estuviera en las nubes, pero por qué después de mes y medio o dos, no vemos a todas esas posiciones clave alineadas y ya no digamos a sus equipos de trabajo…
Por dos cosas fundamentales: 1) No plantear la estrategia con base en el contexto de las posiciones clave y sus equipos, y 2) No tener un programa de acompañamiento para esas posiciones clave, bien diseñado y ejecutado para el resto del año.
Por mucho bombo y platillo con el que se presente una estrategia, cada posición clave tiene un contexto diferente, personal y profesional que NO permite que todos vean lo mismo, al mismo tiempo y de forma inmediata, de ahí que se diga popularmente que “cada cabeza es un mundo”, la experiencia, el conocimiento y el grado de voluntad son parte de ese contexto, lo complicado radica en conocer ese contexto; como líderes, como directores, conocer a la gente es indispensable, entre más se conozca a las posiciones clave, más se podrá influir positivamente en ellos para entonces sí establecer una alineación correcta a los objetivos.
¿Ya nos dimos a la tarea de saber en qué sintonía se encuentra la gente?, ¿sabemos si la gente está en sintonía con nuestros valores o filosofía de trabajo? ¿ya nos dimos el tiempo de conocer lo que la gente piensa, quiere o desea?, ¿si tiene incertidumbre? ¿cuáles son sus temas personales, familiares o profesionales?
Por tanto, la presentación de nuestro plan, objetivos o estrategia, está planteada con base en el contexto de nuestro mercado, pero no necesariamente con base en el contexto de nuestras posiciones clave. Para hacerlo de esa manera es fundamental conocer y entender los intereses de esas posiciones clave -un diagnóstico correcto-, escuchar sus inquietudes y algo muy importante, empezar a vislumbrar los beneficios que el plan, los objetivos o la estrategia les dará.
En conclusión, si planteamos nuestros objetivos con base en dos contextos, el de nuestro mercado y el de nuestras posiciones clave, la gente podrá interpretar en su “propio lenguaje” correctamente los objetivos, se los apropiará, los hará suyos porque los ve dentro de su contexto y con beneficios más ajustados a su realidad, sólo así lograremos una alineación adecuada.
Y ahora ¿ya pensaste en el programa de acompañamiento adecuado?