¿Tengo una buena imagen pública?

¿Tengo una buena imagen pública?

Por: Víctor Maldonado / Imagen Pública Experto / DACA

Todos hemos escuchado el término “Imagen pública”, cuando hablamos de una mejora en la imagen pública la mayoría de la gente asocia ese concepto con un cambio de look, un ajuste de estilo en el guardarropa o con un correcto comportamiento en actos sociales. En algunos casos los procesos anteriores pueden ser requeridos para lograr el impacto deseado, pero no siempre son necesarios ni son los únicos cambios a observar para conseguir mejoría al respecto, de hecho, existen otras áreas que ocupan mayor atención para lograr una imagen sólida, contundente y adecuada en todo momento.

Cuando entrenamos a las posiciones clave (con gran responsabilidad y gente a su cargo) e interactuamos con sus equipos de trabajo, podemos ver, en muchos casos, a la gente poco motivada y desvinculada a los proyectos prioridad para la empresa, e incluso llegan a reportar un rendimiento promedio o por debajo del mismo.

En primer lugar, el término imagen pública no solo se refiere a la apariencia o a lo que se puede ver, va más enfocado a como nos perciben los demás por medio de diversos actos que se dan de forma cotidiana en entornos laborales (que es lo que nos ocupa en este caso) o coloquiales, por nuestro manejo del conocimiento, del aplomo, de las emociones, de la educación, por nuestra capacidad de relacionarnos efectivamente, etc.

Si bien es cierto que la cotidianeidad es importante, hay situaciones extraordinarias en las que nuestro autodominio nos proyecta de una manera empática y profesional, algunas de estas circunstancias son aquellas en las que sería fácil perder los estribos, las que involucran discusiones, en las que se puede llegar a cuestionar la capacidad propia o de nuestro equipo, salir avante de una forma efectiva en esos momentos nos brinda seguridad y nos gana el respeto de quien está en nuestro entorno.

Por lo tanto, Imagen pública se refiere más a la imagen que logramos generar en el criterio de los demás que la que nos empeñamos en demostrar superficialmente.

En segundo lugar, la imagen pública puede ser individual o grupal. A pesar de que la mayoría de las personas de alguna manera nos preocupamos por nuestra imagen, también es cierto que tenemos diversos grupos, el trabajo y la empresa en la que laboramos son, definitivamente, dos de estos. Las empresas, por medio de diversas estrategias, generan ideas en su público que les van ganando una imagen, nosotros, al laborar en estas empresas nos comprometemos a alinearnos a la proyección de esa idea, en conjunto se pretende lograr difundir una identidad propia y única.

En tercer lugar, estamos rodeados de momentos que parecieran irrelevantes y en los que pensamos que algunos deslices en nuestro comportamiento no afectarán la forma como nos perciben los de más, pero toda circunstancia solidifica o desvanece nuestra imagen. La forma como atendemos una llamada telefónica con una situación compleja, aunque no nos vean en ese momento estamos generando una percepción, la manera como tratamos a nuestros subordinados, la forma en la que observamos fallas ajenas o reconocemos las nuestras y en nuestra manera de alentar a nuestro equipo a seguir siendo exitoso.

El arreglo, la higiene personal y el estilo son importantes, pero hay mucho más que eso en los elementos que logran componer nuestra imagen, en la manera como los de más nos observan y en la influencia que vamos generando con nuestro comportamiento.

Después de leer esto ¿crees que necesitas ajustes en tu imagen pública?

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